¿Sabías que el origen de la palabra «salpicadero» viene de los tiempos en los que nos desplazábamos en coche de caballos? Así se llamaba la pieza que iba frente al conductor y evitaba que le alcanzasen las salpicaduras de barro. Ya entonces tenían que preocuparse en limpiar esta zona cada viaje. Por suerte para nosotros, hoy en día limpiar el salpicadero es algo más ocasional, pero que debemos hacer con cierta frecuencia.
Los salpicaderos son una zona del coche que puede verse muy afectada por el sol o la suciedad. Junto a la tapicería, son los dos elementos que más influyen en la primera impresión que da nuestro coche por dentro. Un salpicadero mal cuidado echará «años encima» a nuestro coche, cosa que probablemente ninguno de vosotros querréis (mucho menos si pretendéis venderlo próximamente).
¿Cómo podemos limpiar el salpicadero correctamente? Lo primero es eliminar todo el polvo posible. Lo haremos con un aspirador de mano para retirar todo lo posible, y rematando la faena con un paño de microfibra ligeramente humedecido. No arrastres mucho el paño, es mejor presionar y retirar, de forma que no arrastremos polvo, tierra u otros elementos que puedan arañar la superficie.
Una vez retirado el polvo, pasaremos a limpiar. Usaremos un paño de microfibra limpio, que mojaremos en una mezcla de jabón neutro y agua, y que escurriremos muy bien antes de comenzar a limpiar. El trapo no debe estar demasiado húmedo, para que evitar que podamos estropear los elementos electrónicos o metálicos. Tan importante como no mojar demasiado es no mojar muy poco, o limpiar en un lugar muy seco (o al sol) de forma que el jabón se seque demasiado rápido y nos deje surcos.
Cada vez que cambiemos de zona, enjuagaremos el trapo para limpiarlo, y volveremos a escurrirlo. Si usas un atomizador, aplica el líquido sobre el trapo en lugar de directamente sobre el coche, para que no dañe las zonas metálicas o con piezas electrónicas.
En lugar del jabón, también es posible usar glicerina o amoníaco, aunque no te aconsejamos el segundo ya que puede dañar algunos salpicaderos, y además te obligará a usar guantes y mascarilla para que no dañe tu piel ni tus vías respiratorias.
Una vez hemos limpiado con jabón (podemos usar un cepillo de dientes viejo para zonas más recónditas como las rejillas del aire acondicionado) pasaremos a secar todo con un trapo de algodón, para que no quede humedad que pueda generar hongos, oxidar algunas piezas… Una vez seco, lo dejamos airear y… ¡listo!
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